Santísimo y milagroso Cristo de la Llaga de la Espalda

Santísimo y Milagroso Cristo de la Llaga de la espalda

Se venera en la Basílica Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Villanueva de la Jara, Cuenca (España)

Introducción

Preguntando una vez San Bernardo a Nuestro Señor en la oración cuál había sido el mayor dolor que sufrió en su cuerpo en su pasión, respondió el Señor: «Yo tuve una llaga en la espalda, honda tres dedos, que se me hizo llevando la Cruz a causa de los tres huesos que en ella sobresalen. Ésta me ha sido de mayor pena y dolor que todas las otras, la cual consideran poco todos los hombres por no serles conocida, pero tú tenla en veneración, y sabes que cualquier gracia que me pidas en su virtud te la concederé. Y a todos los que por ella me honraren, les perdonaré sus pecados cotidianos, de los mortales confesados no me acordaré más y conseguirán mi gracia y misericordia.»

Oración de la Santísima Llaga de la Espalda

Jesucristo, mansísimo Cordero de Dios. Yo, pobre pecador, saludo y reverencio tu Santísima Llaga, honda tres dedos, que padeciste en la espalda llevando tu pesada Cruz, y, «que debido a los tres huesos que en ella sobresalen, te produjo mayor pena y dolor que todas las otras juntas de tu pasión.»

Te adoro, dolorido Señor mío; te reverencio, te glorifico en lo íntimo de mi corazón, y te doy gracias por aquella Santísima, muy profunda y dolorosa Llaga de tu espalda. Te suplico humildemente, por aquel duro peso de tu Cruz, que tengas misericordia de mí y me perdones todos mis pecados, tanto veniales como mortales, y me acompañes en el camino de la Cruz, por las sangrientas pisadas tuyas, a la bienaventuranza eterna; en compañía de mis familiares, por los siglos de los siglos. Amén.

Alabada sea la Santísima llaga de la espalda de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Breve historia del Cristo de la Llaga de la Espalda

En el año 1947 se encargó a Don José María Ponsoda la creación de una figura de Cristo, que lo hizo ayudado por don Ramón Granell. El señor Ponsoda era el mejor imaginero de entonces; él restauró la imagen de la Virgen de los Desamparados de Valencia, hizo el Cristo de la Coveta de su Basílica y multitud de imágenes que incluso exportaba.

Tenía que ser de estatura 1'74 m. (es curioso que si su cabeza estuviese erguida y sus piernas estiradas tendría 1'81 m., la estatura del Señor según la Sábana Santa de Turín)

Esta imagen era conocida por «El Cristo Grande», pero no tenía un nombre propio y no había hecho ningún milagro hasta el año 1985, en el cual se le bautizó con el nombre del Santísimo Cristo de la Llaga de la Espalda, considerando la queja del Señor a San Bernardo: «La cual Llaga consideran poco todos los hombres por no serles conocida», Esto inspiró a un grupo de personas la idea de propagar su conocimiento por medio de la estampita, lo cual fue de su agrado y cumplió así la promesa hecha a San Bernardo: «Y sabes que CUALQUIER GRACIA QUE ME PIDAS EN SU VIRTUD TE LA CONCEDERÉ».

Algunos favores recibidos del Cristo de la Llaga de la Espalda

Relato de Gloria Serrano González sobre un favor del Señor obrado a través de una estampa del Santísimo Cristo de la Llaga de la Espalda:

El día 29 de septiembre de 1985, a las 22'30 h., mi hijo, Valentín Gómez Serrano, de 23 años de edad, tuvo un accidente de moto, siendo ingresado en el Hospital Provincial de Valencia en estado de «coma profundo por traumatismo cráneo encefálico», quedando en cuidados intensivos.

El día 1 de octubre me visitó D. Manuel Rovira y me dio una estampa del Santísimo Cristo de la Llaga de la Espalda y al verla me dio un escalofrío de pies a cabeza, pues me impresionó mucho, tanto que empecé a rezarle y él, a su vez, le puso a mi hijo otra estampa debajo de la almohada.

Esa semana se puso gravísimo, tanto, que el día 4, creyendo se moría, nos quedamos con él. Sin embargo, al día siguiente, con gran sorpresa de todos. volvió un poco en sí, armándose gran revuelo en el personal de la sala que,asombrados decían: «esto sí que es un milagro», «esto es Lourdes en Valencia».

Siguió mejorando, saliendo de cuidados intensivos el día 15, día de Santa Teresa. Ha quedado muy bien, pues cosa rara, tan sólo le queda una muy ligera dificultad al hablar que va desapareciendo. Pudo volver a su trabajo y mejoró día a día.

Sirva ésta para constancia de este gran favor del Santísimo Cristo de la Llaga de la Espalda. *

Gloria Serrano

CARLOS BARCIA MARIÑO, Neurocirujano Jefe del Servicio en el Hospital General de Valencia, tengo a bien certificar:
Que el día 30 de septiembre de 1985 ingresó en cuidados intensivos de dicho Hospital VALENTÍN GÓMEZ SERRANO de 22 años de edad, afecto de un grave traumatismo craneoencefálico, de cuyo tratamiento me hice cargo.

Su estado al ingreso fue calificado de muy grave. Presentaba, en efecto, un coma con anisocoria y movimientos de decorticación en hemicuerpo izquierdo al estímulo. A las 48 horas, a pesar de la asistencia recibida, empeoró más aún, profundizando el coma y apareciendo reacciones de descerebración. La Tomografía Axial Cerebral practicada reveló la existencia de una hemorragia mesencefálica, lesión crítica ante la cual sólo se podía esperar.

Inopinadamente el día 5 de octubre se produce una reacción favorable, despertando el paciente del coma. Desde entonces el curso fue francamente favorable, desapareciendo poco a poco toda la sintomatología, incluida la parálisis del hemicuerpo izquierdo.

En la actualidad trabaja normalmente en el Hospital como Sanitario, sin que se haya resentido de nada y sin que le haya quedado, sorprendentemente, ninguna secuela.


Relato del P. Juan Lucia Ruiz, S.I., sobre este favor del Señor obrado a través de la estampa del Santísimo Cristo de la llaga de la espalda.

Mi hermano sacerdote, Rvdo. D. Rafael Lucia Ruiz, Administrador General de la Diócesis de Valencia, jubilado, a consecuencia de una caída en la que se golpeó la cabeza, hubo de ser hospitalizado en la clínica de Nuestra Señora del Consuelo el 10 de septiembre de 1985.

Operado dos veces en la cabeza y con alternativas de mejonas y empeoramiento, llegó a extrema gravedad, y el 26 de septiembre, casi en estado agónico fue llevado a la Casa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Valencia, en la que el P. Rafael Lucia Ruiz había ejercitado su ministerio sacerdotal por casi cuarenta años.

En esas circunstancias, me ofrece don Manuel Rovira Nicolau, amigo mío desde nuestra juventud, una estampa del Santísimo Cristo de la Llaga de la Espalda que, por iniciativa propia, coloqué yo mismo debajo de la almohada de la cama en la que acostaron a mi hermano.

De momento cesaron los continuos ataques que le sobrevenían en su estado grave, temiendo un triste desenlace.

Pasadas cuarenta y ocho horas parece que se recuperaba, saliendo de su estado grave y pronunciando alguna palabra.

Aunque lentamente, en sucesivos días se fue recuperando. Conoce y habla, y pasadas un par de semanas, ya puede comulgar, todos los días, con pleno conocimiento.

Reza, acompañado, todos los días el Santo Rosario, y en su silloncito de ruedas, asiste los domingos a la Santa Misa.

Recibe algunas visitas, y da su bendición sacerdotal a los que piadosamente se la piden.

Llega a tomar los alimentos por sí mismo. Todo esto se considera como un milagro del Señor.

Así fue viviendo unos ocho meses, hasta que un infarto puso fin a su vida. Se dio perfecta cuenta de su estado; en este último trance, repitiendo constantemente las palabras del santa María: «ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte» que tuvo lugar en la tarde del 24 de julio de 1986, entregando su alma plácidamente al Señor, confortado con los Santos Sacramentos, bajo el manto de la Santísima Virgen del Pilar.

Más relatos

Una señora de Gandía estaba preocupada porque su marido no tenía trabajo y esto le afectaba psicológicamente. Le envié una etampa y me dijo, días después, que había encontrado una colocación, aunque era eventual y no definitiva.

A un joven, postulante escolapio, que se quejaba de no tener suerte en los exámenes le dije que eso le pasaba porque él quería. Le dí una estampa y le recomendé que rezase la oración todos los días y, en el de los exámenes, que le pidiera ayuda al Señor y vería cómo el Señor le ayudaba. Y fue así

Una estampa llegó a las las manos de un señor que iba a operarse a la Universidad de Navarra. Estaba gravísimo y salió, por intercesión del Stmo. Cristo de la Llaga en la Espalda, completamente restablecido de su operación.

Ésta es una de las razones del rápido crecimiento de esta devoción en el Norte de España.

Doña Pilar Arrufat, enferma del corazón durante 60 años, padeció unos pertinaces vómitos que hacían peligrar su ya gastada vida. Invoqué al Stmo. Cristo de la Llaga en la Espalda y le puse su estampa en la almohada (en ese momento Dña. Pilar estaba hospitalizada en el Hospital la Fe de Valencia) y le prometí que si Dña. Pilar curaba escribiría esto con destino a D. Manuel Rovira, que me pedía reiteradamente la relación de los favores recibidos del Stmo. Cristo, recibiendo largas, más o menos justificadas, por mi parte. Estando de nuevo Dña. Pilar en casa -a pesar de la debilidad de su corazón- cumplo lo prometido.

Anónimo.

María Auxiliadora López Forradellas fue operada de cáncer renal hace ocho años. Se encuentra bien de salud y diariamente se encomienda a dicha imagen con Fe, saliendo posteriormente bien de otra operación y, a pesar de su delicada situación, fue también personalmente el día del Domingo de Resurrección a Villanueva de la Jara para darle gracias al Cristo de la Llaga de la Espalda.

Dos hermanas A.T.S. se encomendaron al Stmo. Cristo de la Llaga de la Espalda y obtuvieron colocación las dos en dos hospitales valencianos, yendo con su familia a Villanueva de la Jara a darle gracias a dicha imagen.

Nota: Para que sea eficaz la plegaria al Stmo. Cristo de la Llaga en la Espalda, es conveniente confesar, comulgar y prometer sinceramente al Señor que, contando con su ayuda, estamos dispuestos a cumplir su voluntad. La respuesta del Señor, concediéndonos lo que le pedimos por intercesión del Stmo. Cristo de la Llaga en la Espalda -si somos sinceros con Él- no se hará esperar.

 

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