EL BUEN PASTOR

Papa Francisco con cordero“Al final de una cena, un conocido actor de teatro entretenía a los invitados declamando textos de Shakespeare.

Después se ofreció a que le pidieran alguna pieza extra. Un tímido sacerdote preguntó al actor si conocía el salmo 22.

El actor respondió: ‘Sí, lo conozco, pero estoy dispuesto a recitarlo con una condición; que después lo recite usted’.

El sacerdote se sintió un poco incómodo, pero accedió.

El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta:

El Buen Pastor‘El Señor es mi Pastor, nada me falta:
 en verdes praderas me hace recostar;
 me conduce hacia fuentes tranquilas
 y repara mis fuerzas;
 me guía por el sendero justo,
 por el honor de su nombre.

 Aunque camine por cañadas oscuras,
 nada temo, porque tú vas conmigo:
 tu vara y tu cayado me sosiegan.

 Preparas una mesa ante mí,
 enfrente de mis enemigos;
 me unges la cabeza con perfume,
 y mi copa rebosa.

 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
 todos los días de mi vida,
 y habitaré en la casa del Señor
 por años sin término.’

 Al final, los invitados aplaudieron vivamente.

Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y, tras un momento de silencio y cerrando los ojos, recitó lentamente las mismas palabras del Salmo. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y el inicio de lágrimas en algún rostro.

El actor se mantuvo en silencio unos instantes, después se levantó y dijo: ‘Señoras y señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido esta noche: yo conocía el Salmo, pero este sacerdote conoce al Pastor”.

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