VIVENCIA CRISTIANA

Capítulo II: LAS AUTOPISTAS EXPERIENCIALES DEL CRISTIANO
Autor: Felipe Santos, OSB


carretera en bucleFe

Tener fe para un creyente es vivir de acuerdo con sus con sus convicciones espirituales. Frecuentemente se apoyan en un mensaje angular fundamenta,l que es quien le da sentido a la existencia.

Para el cristiano, la fe es una relación con Dios del que recibe su Palabra. Ella es tanto una cuestión del corazón como de la inteligencia, incluso si el creyente se interroga y reflexiona continuamente acerca de su fe y sobre las consecuencias que puede tener en su vida diaria y en los compromisos con la sociedad.

Por eso me parece totalmente absurda la postura de ciertos sectores de los socialistas actuales del gobierno español. Quieren que la religión y el impulso vital de la fe se reduzca a la esfera de lo meramente privado,, es decir, la de para las sacristías y no para la calle y la política.

Si la fe es la adhesión a un conjunto de verdades y se supone su conocimiento, entonces hay que decir que ella es un lazo con Jesucristo, que nos revela a Dios.

Es un acto de confianza y una fuente de gozo. La fe nunca llama a nadie a la tristeza, ni a la concepción aburrida de la vida. Quien así piensa está en las antípodas de una verdadera concep0ción y vivencia de la fe.

La fe se manifiesta y se traduce en actos concretos de amor, de paz y de reconciliación, en nombre del Evangelio.

No sé de dónde ni de qué resentimientos viven estas personas que intentan “solapadamente” extirpar y desterrar de la vida social española la fe que ha sido, durante nada menos que 2000 años, el alimento espiritual que ha lanzado a miles y millones de españoles a la creación del arte, a la plasmación de a cultura con sello cristiano y al compromiso de ir más allá de nuestras fronteras para llevar la vida cristiana encarnada y vivida por aquellos intrépidos evangelizadores.

Ella es la urdimbre de nuestro patrimonio cultural y espiritual. ¿Por qué se le quiere desterrar de lo público y enviarla a lo privado? Un absurdo.

Tener fe no es posee un libro sino ser testigo vivo de aquel en quien se cree.
En el Evangelio, a menudo Jesús se dirige a los humildes y a los pequeños.

El Dios de los cristianos es un Dios único en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Es la Trinidad.
La fe de los cristianos se enraíza en el misterio de la Trinidad. Son bautizados “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Dios se encarna en Jesucristo. Este se pone enteramente a disposición del Padre y hace su voluntad hasta la muerte en la cruz. La unidad del Padre y del Hijo se realiza en el Espíritu.
La fe es una virtud teologal como la esperanza y la caridad.
La palabra latina”credo” significa:”yo creo”; se utiliza para designar la profesión de fe cristiana, es decir, lo esencial de la fe para un cristiano. Se proclama en la misa después de la lectura del Evangelio y se recita en el bautismo. Los dos textos más conocidos son: El símbolo de los Apóstoles (el más antiguo) y el símbolo de Nicea-Constantinopla (año 381.

Textos:
Buscar y conocer a Dios
-    La fe de Abrahám: Génesis 12,1-9
-    La fe del centurión de Cafarnaúm: Mateo 8,5-13
-    La fe de María en las Bodas de Caná: Juan 2,1-12
-    La fe del buen ladrón: Lucas 23,39-43
Proclamar la fe:
Oración de Salomón: Primer libro de los Reyes 22-30
Confesión de san Pedro: Mateo 16,13-16
Confesión de la multitud en el Domingo de Ramos: Marcos 11,9-10
Confesión de fe del centurión al pie de la cruz: Lucas 23,42.





Caridad


Hoy, con el paso del tiempo y sobre todo desde que Walessa introdujo el término solidaridad para el Sindicato que dirigía, se ha puesto de moda esta palabra y ha reemplazado a la de “caridad”.
Pero para el cristiano, la solidaridad es traducción de la exigencia evangélica del amor al prójimo.

Hombres y mujeres se comprometen a estar al lado de sus hermanos desfavorecidos, sea en dificultad, en la soledad, la enfermedad o la ruptura de todo orden.

Las necesidades son inmensas y de una gran diversidad. Estos hombres y mujeres ejercen la caridad preocupándose por sus hermanos.

La caridad de demuestra con hechos, pero también con ideas, intenciones y actitudes. Se desvive por el otro para hacerle crecer y devolverle su dignidad.

¿Hay en el mundo alguna otra institución que se preocupe más por los pobres que la Iglesia? Ninguna. Ningún partido político- ni siquiera los de izquierdas que deberían estar de los trabajadores y pobres-, ejercen la labor que hace la Iglesia en todo el mundo con la marginación y la elevación del nivel cultural de los pueblos.

Es curioso que, tras 2000 años haciendo el bien en Europa en todos los órdenes- a la hora de redactar la Constitución europea para 25 países- se han mostrado recalcitrantes en introducir en su articulado alguna referencia al pensamiento cristiano que permea el acervo cultural y religioso de cada ciudad y pueblo del Viejo Continente.

Si se pusieran en la balanza los bienes que ha hecho y hace la Iglesia por mandato divino y los que han hecho los diversos regímenes políticos y sociales, la diferencia sería abismal.

¿Dónde está el auténtico comunismo? Entre los cristianos de ayer y de hoy. Hablo, naturalmente, de los cristianos que se toman la caridad o solidaridad como una proyección activa de su fe.

Pero los señores de izquierda, algunos al menos, sólo se fijan en los acontecimientos luctuosos de la Inquisición Española o y en otros tópicos de los que no quieren salir aunque la luz les ciegue la vista.

Son prejuicios ancestrales que se van transmitiendo de generación en generación sin una razón que los sustente. La misma Iglesia ha pedido perdón de sus errores humanos. La Iglesia no la habitan ángeles, sino personas humanas con sus aciertos y errores.

Pero la manía de verla como hace siglos y siglos no cambia. Quieren hacer de ella una institución más que va al pairo de modas o de tendencias política, ideológicas, morales y éticas.

En el cristianismo, la caridad es una virtud teologal, es decir: tiene a Dios mismo por objeto; es a la vez el amor que Dios da a cada hombre y la acogida que el hombre hace de este amor.
La caridad se resume en un solo mandamiento: amar es aceptar olvidarse de sí mismo para preocuparse del otro.

Textos


. Mateo 25,34-40: “ Tenía hambre y me disteis de comer”
.Juan 13,34: “ Os doy un mandamiento nuevo. Amaos unos a otros como yo os he amado”.
. Primera carta de san Pablo a los Corintios (13,1-7):” Aunque hablara todas las lenguas de la tierra y del cielo, si no tengo caridad, si me falta el amor, no soy nada más que un metal que suena.”
. San Pablo a los Romanos 13,10:” El amor no hace mal a nadie. El cumplimiento perfecto de la ley es el amor.

Si lo que guía a la Iglesia es la entrega a los demás, ¿porqué sufre tantos ataques ayer y hoy? ¿No será porque quien defiende la verdad y la libertad la ven con malos ojos quienes hacen lo contrario?


Sacramentos


Te conviene recordar lo que es un sacramento por si acaso se te ha olvidado.
Sacramento es un acto portador de un denso significado simbólico (gesto, palabra), que permite comprender y vivir una realidad de orden espiritual.
En el sacramento, es Dios quien actúa, se compromete y se da la vida en plenitud.

Los sacramentos jalonan la vida del creyente desde el nacimiento hasta la muerte.
Los sacramentos son actos que unen a los hombres a Dios y a sus hermanos.
No hay Iglesia sin sacramentos, signos visibles dela gracia invisible y de la disposición de los hombres en su confianza con Dios y en dejarse engendrar por El.

Un sacramento es un acto cuyo ritual es público, es decir, que toda persona puede asistir a él y ser al mismo tiempo un testigo del mismo.

Se expresa través de elementos materiales ordinarios que constituyen el mundo habitual de los hombres.
En ellos se encuentran: el agua, el pan, el vino, la comida(eucaristía), el aceite, el fuego, la luz, los colores a los que se da significados simbólicos fuertes.

Hay siete sacramentos en la Iglesia: el bautismo, la confirmación y la eucaristía, la penitencia (reconciliación), la unción de los enfermos, el orden ( por el cual se llega a ser diácono, sacerdote u obispo) y el matrimonio.

El bautismo, la confirmación y la eucaristía constituyen los sacramentos llamados de “iniciación cristiana”.
La mayoría de los sacramentos se administran por ministros ordenados (sacerdote o diácono).
El sacramento del bautismo, en caso de urgencia( peligro de muerte) puede administrarse por cualquier bautizado.

Sacramentos Signos Frase del celebrante Referencia bíblica
Bautismo El agua "Yo te batizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" "Id, pues, a todo el mundo, haced discípulos míos, bautizándolos..."

(Mateo 28,19)

Confirmación La imposición de manos. El santo crisma. N. sé marcado por el Espíritu Santo, el don de Dios..." "Recibid el Espíritu Santo" (Juan 20,22)

"todos se llenaron del Espíritu Santo"

Eucaristía El pan y el vino "Esto es mi cuerpo, tomad y comed ... Esto es mi sangre, tomad y bebed" "Tomada y comed... tomad y bebed" (Marcos 14,22-24)
Reconciliación La imposición de manos "Yo perdono todos tus pecados en el nombre del Padre..." "Aquellos a quienes les perdonéis los pecados, les serán perdonados" (Juan 20,23)
Matrimonio Intercambio de consentimientos. Los esposos se intercambian sus alianzas. "Yo te recibo como esposa y me entrego a ti..." "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre" (Marcos 10,9)
Orden Imposición de las manos.

El sano crisma

"...Te rogamos Padre Todopoderoso, que concedas a tu servidor que entre en el orden de los obispos, sacerdotes, diáconos..." "Lo mismo que el Padre me ha enviado a mí, también yo os envío a vosotros" (Juan 20,20).
Sacramento de los enfermos El aceite y la imposición de manos Por esta Unción santa Que el Señor te conforte por la gracia del Espíritu Santo Recen por él tras ungirlo con el aceite en el nombre del Señor. (Santiago 5, 14)
       



Ningún sacramento puede darse o recibirse fuera de una celebración, incluso si ésta se reduce al mínimo en caso de peligro de muerte (bautismo, reconciliación).

Cada sacramento está dotado de un ritual que precisa el desarrollo de la celebración. El sacramento no es de orden “mágico”. Es un don que Dios da a los que lo desean y el que lo recibe, se compromete a vivir como un buen creyente cristiano.

Los diez mandamientos


Los mandamientos son una recomendación fuerte e insistente de Dios que permita a los hombres entablar una relación dejándolos libres de sus actos.
Es una llamada al amor y a la libertad que estructuran la relación con las personas.

Los diez mandamientos o Decálogo

El Decálogo ( diez palabras) se entiende en primer lugar en el contexto del Exodo que es el gran acontecimiento libertador de Dios en el centro de la Antigua Alianza.

Ya se formulen como preceptos negativos, o como mandamientos positivos, estas “diez palabras” indican las condiciones de una vida liberada de la esclavitud.

Es un camino de vida que separa de una práctica ambiental no ética.
En la fe cristiana, las diez palabras se articulan alrededor del único y mismo mandamiento de amor de Dios y del prójimo.

Frecuentemente se opone a la moral de los diez mandamientos( la ley), la de las Bienaventuranzas (la promesa).

Esta oposición es fáctica. Los dos textos designan dos caras diferentes de la misma “moral”.
1) Si Dios escribiese los mandamientos hoy enviaría un mensaje por correo electrónico a todas la familias del mundo. ¿Qué diría?
Muchos lo borrarían en seguida diciendo que no tiene interés, incluyendo en este grupo a algunos que van a la iglesia.

Otros lo abrirían probablemente por curiosidad y con algún interés, pero se darían cuenta pronto de que Dios ha renunciado a recopilar un elenco completo de los comportamientos que cada uno debería testimoniar en el ámbito de la convivencia doméstica.

Su invitación sería sencillamente la de amar a los otros sin condiciones y respetar su autenticidad, dejando a la sensibilidad y a la libertad de cada cual el modo de expresar bien esa exigencia.

2) Porque , pensándolo bien, lo bello de la familia radica en esto: saber proponer con creatividad y realismo algunos puntos importantes, contando con el milagro de multiplicar los propios talentos en función de las necesidades de todos y no solamente partiendo de los recursos y disponibilidades individuales y sobre todo superando la lógica del deber, que es siempre anémica cuando entran en juegos los afectos más profundos de la existencia.

Si se habla del presupuesto de que el amor vale más que cualquier ley, la interpretación de todo mandamiento añade una concreción que recae en la responsabilidad y en la historia particular de cada núcleo familiar. Pienso, por ejemplo, en cómo se puede llevar de forma diferente en cada casa la celebración de las fiestas o qué atenciones comporta la extensión de “no matar”, “ decir falsos testimonios”.

Y estas experiencias cambian cualitativamente de uno a otro ya que se creen protagonistas.

3) Con los hijos A y B hemos pasado del simple respeto de los otros en las cosas pequeñas de cada día (como el tiempo dedicado al trabajo, al descanso, al juego; la utilización correcta de cada objeto; saberse comportar bien en cada situación; contentarse con lo que se tiene y se es sin imitar a los demás) a un gradual reconocimiento y cuidado de los intereses personales, hasta una solidaridad concreta para que cada exigencia pudiese resolverse de modo válido sin perder nunca de vista el bien común. Poco a poco los niños se han habituado incluso a la idea de que hace falta valor y perseverancia para decir la verdad en todo momento, cuidar y tutelar la dignidad de los más débiles, de trabajar llevados por un sentimiento de justicia y por un compromiso de comprensión que conduzcan a no mirar sólo los intereses propios, sino que sepan comprender las situaciones de la libertad individual.

4) También para los adultos se han colocado pasajes empeñativos: demostrar siempre, aún públicamente, el respeto recíproco y la aceptación del cónyuge y de los hijos con sus cualidades y defectos: tutelar el honor y alabar las cualidades de cada uno y dar espacio para una realización positiva de todo lo que cada uno lleva dentro de sí como esperanza de plenitud humana; aceptar el comportamiento transparente en las situaciones en las que resulte fácil y cómodo adoptar una doble moral o actuar de manera incoherente;; no llevar a cabo ninguna forma de violencia, ni de timidez para lograr un resultado; continuar pensando con nuestra cabeza y vivir nuestra vida sin dejarnos condicionar por modelos culturales dominantes o abdicar de as convicciones pedagógicas más serias; saber compartir los momentos de alegría incluso cuando nos sentamos interiormente afligidos...Todo esto con la menor tensión posible, sino con una sensación general de bienestar, unida a la capacidad de dar reglas que nazcan de la interioridad y no impuestas desde el exterior.

5) Una tarde, hace ya muchos años, durante los pequeños ritos de las buenas noches con los niños, se hablaba justamente de esta experiencia extraordinaria que los hebreos vivieron en el Sinaí; la hija puso fin a la charla familiar con una de sus afirmaciones: “ Cada uno quiere ser una persona...y también yo quiero ser tratada como una persona en casa; también quiero comportarme como una persona”: no pudo hacer una traducción más bella del modo de cómo deben vivirse los mandamientos en familia.


La esperanza


La esperanza es una experiencia profunda de alegría y de confianza en el futuro, en el otro.
La es una virtud que hace vivir al hombre. Sin esperanza, no es posible la existencia.

Para los cristianos, la esperanza se enraíza en la presencia de Dios resucitado. Virtud teologal, la esperanza toma su fuente y encuentra su término en Dios. El hombre que espera, sabe que Dios no lo abandonará jamás, pues él es fiel.

Si Cristo es el modelo de todo hombre, María – para los cristianos-, es el prototipo de la respuesta de fe y de esperanza a la llamada de la Alianza.

Mediante la enseñanza de Cristo es como se revela verdaderamente la naturaleza de la felicidad propuesta al hombre por Dios, la de un amor total, absoluto, perfecto: el amor mismo que vive Dios en su relación trinitaria.

Para alcanzar esta plenitud de vida y de amor, encontramos un camino cuyo trazado se sugiere por todo un conjunto de actitudes del corazón, ( pobreza, sencillez y confianza), por comportamientos respecto al otro ( misericordia, voluntad de paz), por situaciones difíciles, ( pruebas morales o materiales, persecuciones).

Todo esto se anuda en la persona de Jesús, que se presenta como aquel en quien se cumple plenamente la aspiración a la felicidad.

Las Bienaventuranzas son la expresión de la esperanza de felicidad hecha los que se toman los diez mandamientos en serio y, mediante ellos, buscan la respuesta a la llamada del amor de Dios que ha hecho la alianza con su pueblo.

En su mensaje de acogida a los jóvenes del mundo entero en Toronto, el 25 de julio del 2002, el Papa pronunció estas palabras: “ La página de las Bienaventuranzas que acabamos de escuchar es la gran carta del cristianismo. Tan sólo con los ojos del corazón v
olvemos a ver la escena de aquel día: una multitud de personas rodea a Jesús en la montaña, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, venidos de Galilea y de Jerusalén, Judea y pueblos de la Decápolis, Tiro y Sidón

Están a la espera de una palabra, de un gesto que pueda darles consuelo y esperanza...

Queridos amigos:


A vuestros deseos de jóvenes que anhelan ser felices, el anciano Papa, cargado de años pero todavía joven de corazón, os contesta con una palabra que no es suya. Es una palabra que ha resonado hace ya dos mil años.
La hemos oído de nuevo esta tarde:” FELICES... La palabra clave de la enseñanza de Jesús es un anuncio de alegría: “FELICES”...

El hombre está hecho para la felicidad. Vuestra sed de felicidad es legítima. Cristo tiene la respuesta para vuestra espera. Os pide que tengáis confianza en él.

La alegría verdadera es una conquista, que no se obtiene sin una lucha larga y difícil.”

Textos

.Isaías 11,1-0: “ Anuncio del Mesías de un mundo nuevo: “Retoñará el tocón de Jesé, de su cepa brotará un vástago, sobre el cual se posará el espíritu del Señor: espíritu de sencillez e inteligencia, espíritu de valor y de prudencia, espíritu de conocimiento y respeto del Señor”...
. Lucas 2,29-32: “ Porque mis ojos han visto la salvación”...
. Romanos 5,5:” Y la esperanza no defrauda nunca, ya que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.


La oración


Una de las constantes que ayudan a mantener el alma y la vida en continuo contacto con Dios es la fuerza de la oración. Oración es pensar en Dios amándolo.

Es un compromiso entre la relación del hombre y Dios.
Es la expresión del amor de Dios en cada hombre. La oración es esencial en la vida de los cristianos.

Para un cristiano, una vida sin oración corre el riesgo de convertirse en ár0ida. Pero orar, no es tan simple como uno se pueda imaginar. El tedio, el desaliento, la repetición o la costumbre pueden hacer la oración difícil.

La comunicación de Dios se compara a menudo con la comunicación humana: no es nada. El que ora, piensa que Dios permanece sordo a su plegaria, mientras que Dios mira al ser humano con amor siempre.


Repetir una oración, meditarla, comprobar todo su sabor, vibrar con ella para que se convierta en una respiración, es entrar en el misterio del diálogo entre Dios y el hombre.

Es como dejarse guiar paso a paso por un mejor conocimiento del misterio de Dios.
Frecuentemente, el diálogo con Dios es ante todo tema de silencio, lo que , de por sí, no es muy gratificante.

Sin embargo, Santa Teresa nos dice que es en el silencio en donde se encuentra el alma disponible, en el abandono a la confianza y a la fe. Ahí se puede encontrar a Dios.

La oración toma una forma diferente según el tiempo, los lugares, las ocupaciones y las preocupaciones de cada uno, la cultura y la experiencia vividas.

La oración puede nacer espontáneamente con palabras de todos los días; ella toma prestado igualmente aquellas otras de las Escrituras. Puede ser personal o comunitaria.

Los monjes y las monjas y también los religiosos( sas), sacerdotes, laicos, cristianos normales, acompasan sus jornadas con la oración de la Iglesia o la “Liturgia de las Horas”.

Repartidos en cuatro semanas, los Salmos constituyen el corazón de la oración de la Iglesia.
El Salmo es un grito antes de que haya sido escrito. Es una voz que llama, murmura, invoca, un cuerpo que se pliega ante la dureza de la prueba.

En los Salmos, el pueblo de Israel habla a Dios cuando se encuentra sumido en la culpabilidad después de una falta, sumergido bajo las pruebas y también cuando goza y se alegra tras una victoria.

El creyente que no se oxigena con la fuerza de la oración, está llamado a perecer o a llevar una vida lánguida y mortecina.

La oración es la fuerza que, unida a Dios, lanza al creyente a la acción apostólica. Ya que la oración no es un refugio.


Textos:


En el Antiguo y Nuevo Testamento, descubriréis diferentes formas de expresiones de oración: petición, adoración, alabanza, acción de gracias, ofrenda...


Antiguo Testamento:
. Job maldice el día de su nacimiento (Job 3,1-31)
. Abrahám pide la gracia para los justos de la ciudad de Sodoma ( Génesis 28,23-33)
. Salomón pide a Dios la gracia de la Sabiduría
. Nuevo Testamento:
Jesús mismo ora al Padre: (Juan 17,1-26).
. Jesús enseña a sus discípulos ( Mateo 6,7-13).
. Zacarías dice una oración de alabanza
. Magnificat


La vida fraterna

Desde siempre la humanidad no ha cesado de soñar con una fraternidad universal que haría de cada uno el hermano del prójimo.

Ese es el ideal que avizoraba ya el pueblo del Antiguo Testamento a través de su búsqueda de comunidades fraternas fundadas en la raza, la sangre, la religión.

Su puesta en práctica tropieza con la dureza de los corazones humanos: Caín, celoso de su hermano, lo mata. Sin embargo, las tradiciones patriarcales nos traen bellos ejemplos y gestos: Abrahám y Lot escapan de las discordias, Jacob se reconcilia con Esaú, José perdona a sus hermanos.


Este sueño se convierte en realidad en Cristo cuando se hace hombre. Esto es lo que revela la Biblia y más particularmente el Nuevo Testamento: Jesús el primer nacido de entre una multitud de hermanos.

Si los primeros cristianos se llaman “hermanos”, no es porque hayan obtenido grandes éxitos o se hayan entendido a la perfección, sino porque, reconciliados en la fe de Cristo, y comulgando con su Cuerpo, encuentran en El, el fundamento y la fuente de su fraternidad.

Su realización terrestre en la Iglesia, por imperfecta que parezca, es signo tangible de su cumplimiento final.

El Apóstol Juan hace del amor fraterno el signo indispensable del amor de Dios.

Todavía hoy, los cristiano se juntan alrededor de un proyecto de vida, llevan una vida fraterna, hecha de respeto en la diferencia, de amor nacido del perdón diario, de aceptación de las debilidades de cada uno.

La oración, la palabra de Dios, la Eucaristía son el alimento espiritual necesario para la profundización y el crecimiento de la fraternidad.

Juntamente, en Iglesia, los cristianos forman la fraternidad humana en marcha hacia el Hombre Nuevo soñado desde sus orígenes.

Vivir en comunidad como los hacen los religiosos (sas), monjes y monjas y también ciertos laicos implica un compromiso personal alrededor de un proyecto de vida que especifica en nombre de quién, para quién y por quién se vive juntos.

La vida fraterna diaria no es siempre fácil de vivir, ( los miembros de la comunidad no son elegidos).

Ella exige un esfuerzo permanente de ser egoístas para vivir una verdadera fraternidad,
Esta vida fraterna, testimonio colectivo de vida evangélica, es posible solamente cuando la sostiene la oración comunitaria y personal.


Textos

1)    Marcos 2,1-12: Actas 2,42-47
2)    Carta a los Romanos 8,29: “...Para hacer del Hijo Primogénito una multitud de hermanos”
3)    Primera Carta de Juan 2,9-12: “ El que ama a su hermano permanece en la luz”...

Introducción Capítulo III
Capítulo I Capítulo IV
Capítulo II  

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